AMÉRICA LATINA
VIVIR EN LA CONTEMPORANEIDAD
VISIONES DE ARQUITECTURA SOSTENIBLE
organización IILA Organización Internacional Ítalo-Latinoamericana
proyecto a cargo de Paola Pisanelli Nero, arquitecta
«...e Polo: – L’inferno dei viventi non è qualcosa che sarà; se ce n’è uno, è quello che è già qui, l’inferno che abitiamo tutti i giorni, che formiamo stando insieme. Due modi ci sono per non soffrirne. Il primo riesce facile a molti: accettare l’inferno e diventarne parte fino al punto di non vederlo più. Il secondo è rischioso ed esige attenzione e apprendimento continui: cercare e saper riconoscere chi e cosa, in mezzo all’inferno, non è inferno, e farlo durare, e dargli spazio»
(cit. «Le città nascoste 5», da Le città invisibili Italo Calvino, 1972).
No debe resultar sorprendente esta cita de Italo Calvino, uno de los primeros escritores que afrontó en su narrativa temas de sostenibilidad ambiental. Antes que muchos ya se preguntaba en qué se había convertido la ciudad hoy para nosotros, decía que había escrito su último poema de amor a las ciudades, ya que era cada vez más difícil vivirlas como tales con la destrucción del entorno natural, destacaba la fragilidad de los grandes sistemas tecnológicos y cómo habían comprometido a metrópolis enteras, pero al mismo tiempo en sus escritos no profetizaba catástrofes. Lo que le interesa a su Marco Polo es descubrir las razones ocultas que han llevado a los hombres a vivir en las ciudades, que para Italo Calvino son conjuntos de cosas: memoria, deseos, lugares de encuentro y nos devuelve imágenes de ciudades felices que continuamente toman forma y se desvanecen, ocultas por ciudades infelices. Nos habla de ciudades que deben crecer con liviandad.
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Y es precisamente de la liviandad que esta exposición quiere hablar, fruto de un proyecto de investigación, con visiones de arquitectura contemporánea. «Vivir en la contemporaneidad» significa vivir de forma sostenible con atención a las interacciones entre los cambios económicos, sociales y ambientales y combinando la inclusión social, el desarrollo económico y sostenible. Y todo esto es posible a través de la arquitectura. El panorama arquitectónico, que aquí se describe por país y es más o menos conocido, tiene un valor único por su visión hic et nunc (aquí y ahora) de este intenso capital contemporáneo de proyectos y obras de jóvenes arquitectos, atentos al entorno natural y aún agradecidos por las enseñanzas de los nativos, desde siempre guardianes del medio ambiente. Sencillas construcciones que recuperan e innovan los estilos de las tipologías tradicionales, de algunos conjuntos urbanos, que emplean técnicas constructivas vernáculas y materiales naturales, y reelaboran, con un enfoque innovador, la tecnología de la arquitectura tradicional ancestral.
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Una contemporaneidad tan singular para cada contexto latinoamericano y de la que hay que comprender cuánto y qué significa vincularla a cada realidad y a la que la arquitectura trata de dar soluciones sociales sostenibles, como en Ecuador la «Casa Parásito» de El Sindicato Arquitectura, que diseña un prototipo repetible de una «vivienda mínima» estudiado para resolver las necesidades de alojamiento para solteros y parejas jóvenes. La realización de la galardonada escuela de «Las Tres Esperanzas» para la comunidad de Puerto Cabuyal, de los arquitectos ecuatorianos del estudio Alborde, es un proyecto de inclusión social, que responde al problema de distancia de la comunidad de la escuela pública y desarrolla un nuevo modelo educativo local, construido con técnicas locales y junto a la comunidad.
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La arquitectura sostenible es inclusiva y el proyecto de la «Casa de la lluvia (de Ideas)» del taller Arquitectura Expandida es un ejemplo de ello. Un proyecto de autoconstrucción de un espacio social y ambiental autogestionado en el barrio La Cecilia de Bogotá en Colombia. Un proceso de autoconstrucción de una casa con guadua, que busca cuestionar el autoritarismo y la falta de transparencia de las decisiones de política territorial en barrios históricamente víctimas de la incapacidad de garantizar los derechos territoriales.
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En Chile, el Premio Pritzker de Arquitectura Alejandro Aravena (Elemental), comprometido con la mejora de las condiciones sociales de los más necesitados, en la ciudad de Iquique con la intervención «Villa Verde», experimenta en los grupos más desfavorecidos de la población una metodología de diseño participativo, en un programa definido como «diseño incremental», basado en la cooperación y la autoconstrucción para absorber los barrios marginales.
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El estudio guatemalteco Taller ACÁ construye para la Fundación McDonald en la Ciudad de Guatemala, la «Casa Ronald McDonald», que acoge cada año a más de 2000 familias. La fundación benéfica, comprometida socialmente con el lema «Un hogar fuera del hogar», acoge a los familiares procedentes del interior del país y cuyos hijos reciben tratamiento médico en el sistema hospitalario público.
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En la ciudad de Caracas, Venezuela, en el «Anexo de La Casa de Todos», Enlace Arquitectura de la arquitecta Elisa Silva propone un espacio inclusivo para el arte y la cultura, con la reutilización y la recuperación con materiales fáciles de encontrar de un edificio existente, abandonado desde hace más de tres décadas. Un jardín central lleno de plantas y árboles refresca el ambiente, y grandes aberturas móviles permiten la circulación del aire y la ventilación transversal. Este es el lugar que genera modalidades inclusivas y participativas de diseño de la ciudad, que fomenta la confrontación para la generación de ideas que apoyen la integración entre la ciudad y los habitantes, así como proyectos estructurados y orgánicos que satisfagan las necesidades de los mismos.
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Otras visiones contemporáneas y sostenibles son las experimentales de los arquitectos ecuatorianos Alejandro González, Ignacio de Teresa, Juan Carlos Bamba Vicente en «El Guardián del Chimborazo - Refugio Antártico Ecuatoriano (RAE)», que experimentan con el uso de fibras naturales descartadas de la agroindustria, tales como son la mazorca, el maíz, la cascarilla de arroz y otros residuos aplicados en la fabricación de componentes de tabiquería para la construcción de dos refugios de emergencia, un proyecto de «prefabricación de lo natural», que garantizaría a la arquitectura la posibilidad de acceder a una fuente ilimitada de recursos de desecho y que presentan características fisicoquímicas sorprendentes para su uso en la producción de materiales de construcción.
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Germán Del Sol, arquitecto chileno, pone a disposición las «Termas de Puritama», este río termal que fluye generosamente en un valle escondido a 60 km de San Pedro de Atacama. El río Puritama crea, en su sinuoso canal, muchos estanques naturales que se utilizan para bañarse desde tiempos inmemoriales. La intervención es delicada en este único paisaje termal de piscinas naturales y a la vez preserva este lugar, creando beneficios para la comunidad local.
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La visión sostenible de los arquitectos colombianos Torres, Piñol, Ramírez & Meza es la de la «Biblioteca Pública de Villanueva» que se adapta al clima valiéndose del uso de mano de obra y materiales locales con costos reducidos. Realizan un edificio sostenible compuesto por dos volúmenes compactos que albergan, además de la biblioteca, un teatro, oficinas y espacios de trabajo. Otro volumen más acoge una plaza y un pasillo público, un conjunto que resulta ser más un centro cultural que una biblioteca.
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El «Jardín y Nectarífero para mariposas» es una atracción realizada en Cali por los arquitectos colombianos Husos Arquitectos. Se trata de un edificio bioclimático que funciona también como un biómetro, que ayuda a medir la calidad ambiental y a hacer visible el valor único del ecosistema en el que se encuentra. De hecho, las mariposas, como bioindicadores eficaces de la calidad del medio ambiente, habitan esta construcción de uso mixto que incluye viviendas, espacios de trabajo y comercios, pero es sobre todo un jardín doméstico de plantas arbustivas y trepadoras, un hábitat para aves y otras especies de insectos locales.
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Las arquitecturas habitacionales son sostenibles cuando proponen modelos como la «vivienda bioclimática» de la «Siquiman Lodge» del argentino Pablo Senmartín, y buscan soluciones arquitectónicas no invasivas, como esta casa que, apoyada en el suelo respetando la pendiente y la vegetación, permite que el agua continúe su escorrentía natural.
Francisco Cadau, en el «Edificio Damero», casa multifamiliar en Campana en la provincia de Buenos Aires, tiene una visión contemporánea de la relación con el vernáculo. Muchas veces «avanzar es retroceder», afirma Cadau. La tradición de la construcción y la tecnología constituyen las ideas mismas de su diseño y son sus referencias a la hora de pensar en modelos de proyecto sostenibles.
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BAAQ, en la «Casa Aráoz 967», realiza un edificio residencial ubicado en Villa Crespo, Buenos Aires, en una zona de baja densidad, en un barrio fuertemente caracterizado. El proyecto aborda de forma sostenible la dificultad de seguir urbanizando el barrio con su identidad de casas bajas que definen un estilo de vida urbano. El estudio de los materiales, las proporciones, las fachadas y las ventanas según el trayecto del sol, ha tenido como resultado un diseño de un edificio que se consolida en la línea formal, sin balcones ni retiros, complementando y respetando la morfología de la manzana, con sus casas antiguas y generando una transición entre el exterior y el interior del volumen arquitectónico en el contexto urbano.
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En Brasil, el estudio Apiacas Arquitetos en la «Casa Serra Azul», se inspira en la arquitectura vernácula de la casa rural brasileña y define, con un balcón lineal, el perímetro del patio y la piscina retomando el sistema de distribución típico de los modelos habitacionales locales, que aquí discurre entre los contrastes de los volúmenes construidos con material sostenible y volúmenes vacíos.
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Luciano Lerner Basso con su «Casa Fortunata», situada en el extremo sur de Brasil, se pone en relación con la naturaleza, rodeando un árbol, una enorme Araucaria Angustifolia que domina toda la casa. Una construcción inmersa en el contexto y edificada con materiales utilizados en la construcción, como la madera empleada para el encofrado de las paredes de cemento a la vista y reusada para el piso.
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Los arquitectos de GeraBrasil en la «Casa das Birutas» proponen una nueva forma de construir con tecnologías ecoeficientes, una casa como un sistema vivo, que recicla y regenera, así como Tagua Arquitetura que, en su «Casa MP» de estilo brutalista e industrial, conjuga el uso de materiales naturales como el «ladrillo ecológico» para la construcción de la estructura portante con cemento a la vista; sistemas de captación y reutilización del agua y una planta de producción de energía fotovoltaica hacen que esta casa para el fin de semana sea completamente autónoma.
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La arquitectura que se relaciona con la naturaleza es la visión del paraguayo José Cubilla que se plantea cómo la arquitectura puede ocupar un lugar sin destruirlo, visión sostenible que se inspira en la cosmogonía guaraní y que traduce con su proyecto y construcción de la «Casa Ara Pytu», ubicada en el departamento Central. «Ara» significa día y tiempo y «Pytu» significa oscuridad, una referencia a la atmósfera del entorno boscoso, rico en biodiversidad de flora y fauna, que no debe verse comprometido y que mejor incorpora esta arquitectura, como si fuera una piedra natural que toma forma del bosque. La casa Ara Pytu está construida con ladrillos hechos a mano, madera y piedra reciclada. El techo verde, que preserva la inercia térmica favoreciendo el confort en el interior de la casa, es también un pequeño jardín.
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También en la «Casa MilGuaduas», del estudio Ritmo Arquitectos en Colombia, es la arquitectura rodeada por un bosque nativo de guadua la que se convierte en parte de ella para insertarse fluidamente en un relieve descendente. Abstrayendo los elementos típicos de la casa rural de la zona del café, los arquetipos tradicionales se reinterpretan en un contexto contemporáneo en busca de la atemporalidad en el lugar.
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El Estudio Saxe en Costa Rica concibe la «Casa Azúcar» como un pabellón-jardín, que incorpora en la construcción un pequeño arroyo y un corredor de vegetación perimetral, que genera la sensación de una arquitectura inmersa en la vegetación, pero al mismo tiempo aislada como en un oasis.
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Materia, materiales y técnicas constructivas vernáculas caracterizan la visión contemporánea y sostenible de muchos arquitectos latinoamericanos como la de la boliviana Pacha Yampara Blanco que con la «Casa Restaurante a toda llama» difunde el conocimiento de la arquitectura en tierra cruda, la materia «tierra» como posible alternativa para la reducción del impacto del sector de la construcción en la producción de gases de efecto invernadero. Pero su visión va más allá de la de una arquitectura vinculada con el territorio, valoriza la sabiduría para la cría de llamas, el principio del «ayni» de la reciprocidad desinteresada, práctica cultural de los pueblos ancestrales, donde el dinero no es lo esencial para poder construir una vivienda, sino la contribución y la ayuda de los demás comuneros del altiplano boliviano.
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A pocos kilómetros de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, en la «Casa de Quinta Quebracho» también el boliviano Bruno Aragonés Cortez enfatiza la materialidad de la arquitectura de la tradición local, con el uso del adobe, el techo ventilado con tejas de cerámica de tipo colonial que sirven para regular la temperatura interna, mientras que los grandes aleros protegen exteriormente la casa durante la temporada de lluvias.
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En Chile, Base Studio con la «Casa Quincha» reelabora, con un lenguaje contemporáneo, el sistema constructivo, muy difundido, de la «quincha»; revisa y explora las potencialidades, espaciales y expresivas, de materiales y geometrías de esta tradición tecnológica constructiva de tierra, combinando la experiencia local artesanal con un proceso experimental de diseño digital.
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El estudio colombiano Yemail Arquitectos en la «Casa Elita» desafía la arquitectura y la tecnología para inventar un espacio edificable resultante en un lote «inexistente». Una construcción abierta por todos los lados, concebida para explorar vistas cercanas y lejanas del paisaje, compuesta por tres plataformas en voladizo metálicas, cada una en un diálogo único con una vista que funde la montaña con la ciudad.
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Las construcciones de los arquitectos del estudio Luz de Piedra en Costa Rica están realizadas en su mayor parte con un sistema constructivo ligero y en seco para reducir el impacto durante el proceso de construcción en la selva tropical y en los entornos naturales. El «Cielo Lodge», hotel inmerso en la vegetación de un paisaje tropical rico en biodiversidad, está pensado como una isla que produce energía propia, limpia e híbrida con un sistema micro-hidro, fotovoltaico e incluye también una laguna para la recuperación del agua de lluvia.
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«Galería Dos Hijas», de ClaClá en Baja California, México, es un proyecto que valoriza la arquitectura vernácula empleada en las zonas áridas y la reinterpreta en clave contemporánea. La construcción de los volúmenes cilíndricos, realizada utilizando la técnica tradicional denominada COB, una tecnología antiquísima similar a la elaboración de las vajillas, combina diferentes materiales: paja, arcilla y granito, una modalidad constructiva que, una vez realizada, es autoportante.
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La innovación en la tradición caracteriza la obra del arquitecto panameño Patrick Dillon, profundo conocedor de la arquitectura indígena local y de la arquitectura norteamericana de Gamboa, típica de la zona del Canal de Panamá, su lugar de nacimiento. Absorbe sus principios que reelabora dando vida a una arquitectura habitacional contemporánea, adaptada al trópico. En «Casa SaLo», «Casa en El Copé», «Casa para una violinista», «Casa para un pintor», Dillon utiliza solo materiales sostenibles y solo estrategias pasivas para mantener un alto nivel de confort ambiental durante todo el año. Sus casas tienen grandes techos que sobresalen como las casas canaleras, típicas del istmo, y están orientadas para los vientos predominantes, para atraparlos en todas las estaciones, cuando provienen del océano. De este modo, se ventilan de forma natural y no necesitan aire acondicionado. Conserva su entorno y añade árboles de grandes copas que, a medida que crecen, contribuyen a un entorno natural fresco y agradable.
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El grupo mexicano Arquitectura Mixta en el «Hotel UNIK Isla Mujeres» diseña cuatro estructuras de bambú: «Ola», «DJ booth», «Wet Bar» y «Templo», con diferentes usos. Este último se inspiró en las formas de la Babosa Marina mexicana, que vive en el mar Caribe. Todas las estructuras se han diseñado utilizando procesos informáticos específicos, optimizando y reduciendo el desperdicio de material y los costos de construcción. Arcos, vigas, etc. son todos elementos constructivos que se han realizado utilizando técnicas constructivas vernáculas, que se han adaptado, mejorado e innovado, contribuyendo a su preservación y a la de los materiales utilizados por las culturas nativas.
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Para los incas, la elección del sitio en el proceso de construcción de una obra arquitectónica de mínimo impacto en el medio ambiente era un principio fundamental, como aún se puede percibir en el Templo del Sol y en el Templo de la Luna en la zona de Machu Picchu. El peruano Luis Longhi expresa una arquitectura contemporánea que sigue respetando estas enseñanzas ancestrales y para construir la «Casa Pachacamac» parte del lugar y no de la necesidad de uso. La respuesta arquitectónica al sitio es, por lo tanto, la construcción de una casa subterránea, que dialoga de manera equilibrada y sostenible con el paisaje, solo 40 km al sur de Lima, en una zona rural con presencia de restos arqueológicos preincaicos.
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Y siempre desde el sitio se desarrolla el proyecto de este museo arqueológico de los arquitectos peruanos Sandra Barclay y Jean Pierre Crousse, que debe encontrar un equilibrio entre el mantenimiento del patrimonio expuesto y su difusión al público. El «Museo de sitio Julio C. Tello de la cultura Paracas», realizado sobre las ruinas de su predecesor derrumbado por un terremoto, afronta el reto adicional de integrarse en un paisaje cuna de esta cultura andina, hoy parte de la más importante reserva biológica y paisajística del desierto costero peruano. Retomando la geometría compacta del museo preexistente, el nuevo se adapta a las necesidades ambientales y museográficas, resueltas gracias a un dispositivo de gestión ambiental innovador que controla el confort interno para la conservación de los coloridos tejidos de lana y algodón bordados, hallados en la necrópolis descubierta por el arqueólogo peruano Julio C. Tello, que da nombre al museo.
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El mexicano Javier Sánchez JSA en la «Casa Cosecha de lluvia» al este de la Ciudad de México, propone una ruta alternativa que, partiendo de una visión global, plantea un diseño arquitectónico regenerativo con el agua natural de la región, basado en la metodología de la permacultura. Un proceso de diseño integrado con los elementos naturales, cuyo resultado es un entorno sostenible, ya que pretende establecer una relación holística y conectada entre las personas y el ecosistema. Además de contribuir a la restauración del microclima de la región, el proyecto atestigua el potencial de la recogida de agua pluvial para crear sistemas hídricos autónomos y fuera de la red, eliminando la dependencia del suministro municipal local. Más que cualquier otro componente ambiental, el almacenamiento y la mejora de la calidad del agua como recurso valioso tienen el potencial de perfeccionar la sostenibilidad de los entornos construidos.
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Los argentinos Marantz Arquitectos concentran en el «Global Iconic Building» el diseño de una nueva edificación destinada al sector corporativo para la generación de un edificio inteligente, sostenible e innovador también en el modo de trabajo; una estructura que monitorea de manera continuada el microclima, optimiza los recursos naturales, los sistemas constructivos, informando con sistemas digitales del consumo a los usuarios, un control energético con el fin de minimizar el impacto ambiental del edificio exterior/interior.
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Barrionuevo Villanueva recalifica un antiguo «conventillo de La Boca», típica vivienda colectiva destinada en el pasado a recibir la ola migratoria genovesa y no solo. Ubicado en el característico barrio multicolor de La Boca, de Buenos Aires, es un ejemplo de regeneración urbana para la eliminación de los barrios marginales, de resignificación y de reutilización del edificio con estudio y reutilización de los materiales. Para los arquitectos argentinos, sostenible es regenerar, dar nueva vida a obras arquitectónicas con valor histórico, simbólico y cultural.
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En Ecuador, el proyecto del teleférico Zaruma del estudio DHZ Arquitectura es un plan de movilidad urbana y turística del «Teleférico turístico Portovelo - Zaruma» y una intervención en el paisaje urbano. La visión de salvar el paisaje urbano es una forma de sostenibilidad para DHZ, así como recuperar la memoria histórica del lugar y al mismo tiempo conectar áreas para la movilidad entre Portovelo y Zaruma. Con este proyecto, DHZ destaca la importancia de la actividad de los arquitectos, los planificadores y los urbanistas para evitar la destrucción del patrimonio urbanizado, natural y cultural de nuestras ciudades.
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Para el salvadoreño Guillermo Altamirano, son las ruinas del preexistente hospital de Suchitoto el elemento protagonista del proyecto de recuperación para la nueva «Casa de Las Mujeres», donde lo único recuperable parecían algunos arcos coloniales de piedra, pero luego otros importantes hallazgos durante las obras de excavación, dieron otra dirección al proyecto y se convirtieron, de hecho, en el elemento principal de la intervención. Una estructura perimetral sostenible de bambú constituye los cierres perimetrales y permeables para la ventilación e la iluminación natural, preservando así el estado de las antiguas paredes hospitalarias.
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En Nicaragua, Marcos Agudelo recupera con procesos y materiales sostenibles la iglesia de Solentiname, un edificio históricamente emblemático donde se celebraban los encuentros de la comunidad con el teólogo nicaragüense Ernesto Cardenal. Agudelo desmonta, recupera y vuelve a montar la arquitectura de la iglesia según la técnica constructiva, respetando las diferentes maderas y materiales, es decir, la madera de níspero para las columnas del edificio, que es resistente a la compresión y a la humedad, el «madero negro» para los pilares que sostienen el muro de «taquezal», la madera de laurel para las vigas principales del techo. La idea de sostenibilidad no solo está presente en la reconstrucción, sino también en el destino social de un lugar que siempre servirá como espacio inclusivo para albergar las asambleas de la comunidad de Solentiname.
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En Costa Rica, Bruno Stagno, arquitecto de referencia internacional en sostenibilidad, transforma complejos industriales, como el de la «Sede Corporativa HOLCIM S.A. Costa Rica», de desierto urbano a zona industrial verde y acogedora. Un edificio que refleja las posibilidades de sus materiales, lejos de pensar un gran edificio corporativo como un objeto aislado de su entorno. Lo reinventa con estructuras de diferentes escalas y funciones, como en un campus. Lugares que se alternan con patios y jardines para crear un área de trabajo a escala humana y basada en los principios de sostenibilidad constructiva y ambiental, que se encuentran en todas sus arquitecturas.
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«CIVAC Parque Lineal» es un proyecto de regeneración urbana de una infraestructura de barrio, realizado en una de las principales calles de Jiutepec, en el estado de Morelos. La obra de la arquitecta mexicana Rozana Montiel integra el parque existente, un centro cívico, un nuevo skatepark y una fuente. La premisa de diseño principal ha sido la recuperación de la identidad del paisaje local a través del mantenimiento de toda la plantación existente desde hacía más de 50 años. El proyecto ha previsto la creación de un espacio para la comunidad del skate, que anteriormente utilizaba un área abandonada y degradada, así como la incorporación de algunas plataformas a lo largo del desarrollo lineal del parque para crear lugares de reunión y que sirven de apoyo al programa de estas áreas multiusos.
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El uruguayo Federico Lagomarsino, ganador del concurso del «Ecoparque Las Piedras», tiene el objetivo de transformar y recuperar una amplia zona de la ciudad uruguaya de unas 23 hectáreas, donde se encontraban los restos de canteras para la elaboración del lastre y de la piedra, que hace años habían completado su ciclo productivo. La instalación del parque se desarrolla con un eje de intervención Norte-Sur, acompañando el trazado ferroviario preexistente que constituye el principio y la estrategia del programa, es decir utilizar la preexistencia como contribución a la estética identitaria del parque. El eje de intervención Este-Oeste atraviesa el ferrocarril y sigue la topografía del territorio. El proyecto se basa en el fortalecimiento y la recuperación de los servicios ecosistémicos existentes, apostando por una oportunidad de resiliencia y proponiendo laboratorios para el estudio del paisaje como respuesta.
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El «Parque Comunitario la Pantalla» en Sucre, Venezuela, de Gabriel Visconti Stoppello - AGA Estudio, forma parte de una serie de intervenciones de reprogramación y refuerzo urbano territorial, basadas en modelos y prácticas ciudadanas participativas. El parque es un modelo, un andamio de acciones, conocimientos, procedimientos y tecnologías, todos locales. Un dispositivo de autoconstrucción entre habitantes y arquitectos, en una cooperativa de trabajo y de integración.
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Completa este conjunto de visiones contemporáneas y sostenibles la obra del colombiano Simon Vélez con la «Iglesia sin religión», una arquitectura de bambú que se adapta y dialoga con el paisaje natural circundante, construida por primera vez en Pereira, Colombia, en espera de la nueva catedral derrumbada por un terremoto. Fue reconstruida una segunda vez en las cercanías de Cartagena, pero ya no como un lugar de culto, sino, para decirlo en palabras de Vélez, simplemente «un lugar espiritual».
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